La libido, tanto en hombres como en mujeres, es el deseo, la pulsión sexual, en definitiva, la lascivia. Se trata de un término usado en medicina y en el mundo del psicoanálisis para nombrar el deseo sexual de una persona. La libido aparece en la fase en la que se inicia el apetito sexual. En esta fase del comportamiento sexual, el individuo accede a su potencial pareja sexual a través del desarrollo de determinadas pautas etológicas.
Aunque con las explicaciones anteriores debería ser suficiente para hacernos una idea de lo que estamos hablando, lo cierto es que existen definiciones mucho más técnicas de este concepto. Por ejemplo, tanto Freud como Jung hacen referencia a la nergía psíquica en sus tratados. Vinculan, en definitiva, la denominada energía libidinal a las pulsiones de carácter estrictamente sexual. La diferencia que establecen ambos autores está clara. Freud considera la libido una meta primaria. Jung, simplemente, la establece como una energía mental no determinada que da movimiento al desarrollo personal del individuo.
En realidad, a pesar de que tanto Freud como Jung ampliaron el concepto de libido, fue Moll el primero que lo utilizó en el año 1898 en su obra «Investigaciones acerca de la Libido sexualis». A partir de ahí, muchos lo incoorporaron a sus estudios. Entre ellos Freud y Moll. Ambos profundizaron en ella. Ambos lo hicieron de forma destacada. Especialmente el primero.
En la medicina convencional, la aparición de la libido se suele aplicar para referirse de forma específica al deseo sexual. La inmensa mayoría de médicos y psiquiatras suelen considerar que un nivel inferior a la libido normal es una anomalía patológica. Una enfermedad. Por lo tanto, según este criterio, debería de ser tratada. Por supuesto, por un profesional. Resulta muy frecuente asociar el descenso de la libido a algún tipo de trastorno de caracter emocional. En ocasiones, se considera un síntoma que denota trastornos de corte depresivo provocados, en su mayoría, por problemas de tipo afectivo. De ámbito emocional.
Como dato curioso, hemos de apuntar que, pese a que la Real Academia de la Lengua Española establece que el término «libido» es una palabra llana, la inmensa mayoría de los qeu la utilizan la usan erróneamente como una esdrújula. Este error está muy extendido. Tanto es así que es realmente dificil encontrar el término bien acentuado tanto por escrito como de forma oral. Curioso, ¿no?