La disfunción eréctil, también llamada impotencia, es una situación en la que no hay se produce una adecuada respuesta en la erección del pene. Resulta evidente que se trata de un problema que se da en los hombres aunque resulta fácil adivinar que las consecuencias afectan también a determinadas mujeres. La disfunción eréctil es una falta de reacción completa o insuficiente ante los estímulos sexuales. Se trata de una una disfunción sexual que, desafortunadamente, cada vez está mas extendida. Las causas sociales, en muchas casos, son el origen de ella.
Las causas pueden ser muchas y bastante variadas. Cada vez predominan más las causas orgánicas debido a la mayor presencia del trastorno en edades avanzadas. A una causa orgánica frecuentemente se le suele sumar una causa psicológica secundaria.
En gente más joven, la principal causa es la psicológica y, a medida que avanza la edad, se va haciendo más frecuente la orgánica, que es la predominante en edades avanzadas. Suele suceder que no existe una única causa en el origen de este problema. La disfunción eréctil a menudo está relacionada con varias causas.
En las causas orgánicas se trata, fundamentalmente, de eliminar o controlar los factores que la pueden agravar. Un adecuado control de los factores de riesgo cardiovascular, como la diabetes, la hipercolesterolemia o el tabaquismo, pueden ser suficientes para solucionar el problema. Basta con controlar algunas variables. Lamentablemente, no siempre basta con esto.
Desde un punto de vista farmacológico existen, por ejemplo, inhibidores de la fosfodiesterasa, que están contraindicados en la cardiopatía isquémica inestable o la administración de nitroglicerina. En este tipo de medicación, el efecto secundario más frecuente es la cefalea.
Cuando el problema tienen un origen estrictamente mecánico existe un tratamiento con aros constrictores. Estos aros se colocan en la base del pene. Suele utilizarse en el caso de erecciones incompletas o poco duraderas. También existen una serie de dispositivos de vacío que se utilizan junto a una anilla constrictora.
Como último recurso, si han fallado los anteriores, consiste en la implantación de una prótesis de pene. Las más aconsejables son las hidráulicas, que tienen un mecanismo que permite la reversibilidad de la posición erecta del pene. Sin duda, se trata de las mejores.
Por supuesto, en ningún caso se ha de elegir un tratamiento de los citados sin antes haberse puesto en manos de un especialista.