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El exhibicionismo, una parafilia común

El exhibicionismo es una parafilia. En ella se obtiene la excitación sexual a partir de la reacción que se obtiene en mostrar los órganos genitales. El resultado es más gratificante si  genere sorpresa, rechazo o miedo a la víctima. El exhibicionismo típico es una actividad masculina por la que se descubren de forma repentina los genitales en una zona pública.

También existe, sin embargo, el exhibicionismo femenino. Este suele generar una reacción diferente. En general, se ve como un acto de menor agresividad que el masculino. Debido al grado de tensión que genera la actividad exhibicionista, a menudo no habrá una erección o será imcompleta. Después, probablemente recordando las reacciones de sus víctimas y su sensación de poder, se logrará aliviar su tensión sexual.

La mejor forma de enfrentarse a un exhibicionista es ridiculizarlo. Por ejemplo, comentando el tamaño del pene. Seguramente, en las mujeres podría funcionar algo similar. En cualquier caso, el exhibicionismo femenino es poco frecuente. Además, es menos perseguido socialmente.

Hay que dejar bien claro que el exhibicionismo ante personas adultas no es considerado delictivo en el Código Penal. El exhibicionismo que se dirige a menores o personas con deficiencias psíquicas,  sí está perseguido por la Ley.  Antes, la simple desnudez formaba parte de una figura delictiva de escándalo público que, afortunadamente, ya no existe en la actualidad.

La desnudez total, en cualquier caso, no se considera exhibicionismo. Tampoco lo es el hecho de no ocultar cualquier otro órgano.  Dicho de otro modo, los órganos genitales no son sexo.  A pesar de tener una potencialidad sexual, evidentemente. Sin embargo, no cabe duda de que es una característica que también posee el resto del cuerpo humano. No hay que olvidar que el hombre es un animal sexual en sí mismo.

El exhibicionismo, por tanto, es una parafilia más. Pero, además, es una de las más comunes. Son muchas las personas que disfrutan sexualmente exhibiéndose ante otros. En unos casos por las excitación de ser vistos. Sin embargo, en otros caos, es , simplemente por la sensación de libertad que puede provocar. Como en todo, los límites de la propia sexualidad deben ser marcados por uno mismo.

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