La ereeción después de los 40 puede llegar a ser un tema complicado para algunos hombes. Los problemas de erección son una de las principales causas de frustración sexual para los hombres y, a menudo, también para sus parejas. Aunque los problemas de erección pueden aparecer a cualquier edad, es cierto que a partir de los 40 los hombres comienzan a experimentarlos más y se empiezan a preocuparse. En realidad, sin embargo, esto no es algo que deba ser así. Es importante que tengamos presente una cosa: tener problemas de erección no significa tener una disfunción, necesariamente.
Hablamos de problemas de erección cuando, a nivel físico no hay ningún problema para conseguir erecciones. Es decir, si hay erecciones espontáneas o erecciones nocturnas y estas son buenas, podemos descartar el problema físico, inicialmente aunque, si duran muy poco o son muy poco tensas, deberíamos hablar. Hablamos de disfunción eréctil cuando las erecciones son imposibles. Ni de forma espontánea ni enmarcadas en una relación sexual ya sea con uno mismo o con otra persona. En este caso, podemos sospechar de un problema físico de base, probablemente agravado por componentes psicológicos y emocionales.
En realidad, a casi todos los hombres les ha pasado alguna vez. De repente, en medio de una relación sexual, la erección se marcha. Desaparece como por arte de magia. Y, por mucho que te epeñes, no sube.Esto puede provocar un conflicto interno y, cuando así sucede, estos pensamientos hacen que el hombre se ofusque y que, muy a menudo, de por terminada la relación sexual, provocando frustración a su pareja. Sin duda, esto es un gran error.
Si te pasa esto en alguna ocasión, cosa que, como ya hemos comentado, en realidad le sucede a casi todo los varons alguna vez en su vida, lo mejor que puedes hacer es intentar apartar los pensamientos de este tipo y concentrarte en estimular a tu pareja, darlo todo y más para que el fallo de la erección sea una anécdota. Después, cuando no estés en medio de la relación sexual, ya tendrás tiempo, si quieres, para preocuparste por ti y para, si fuera necesario, ponerle remedio al asunto.