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¿Un dedo? ¿Dos?

¿Te han metido alguna vez un dedo por el culo? ¿Y dos? Si le preguntamos al primer grupito de hombres que nos encoentremos, por ejemplo, en una discoteca, sobre sus impresiones acerca del sexo anal, seguro que la respeusta será unánime. Todos dirán tener ganas de practicarlo. A los que lo han practicado les habrá gustado y  los que no, lo estarán deseando. Otra cosa que también tendrán en común sus respuestas es que, en todos los casos, pensarán que les estamos preguntando sobre anos ajenos y no propios. ¿Pero y si la pregunta fuera acerca de tu pronio ano? ¿Te han metido alguna vez un dedo por el culo? ¿Y dos?

La mayoría de los varones, a la pregunta de si le han metido alguna vez un dedo por el culo contestarán que no. Muchos de ellos, se pondrán muy dignos, pensando que su hombría puede verse menoscabada si aceptasen tener, al menos, curiosidad por llevar a cabo esta práctica. Por supuesto, ni hablamos ya de manifestar que es algo que desean hacer y, mucho menos, que es algo que han practicado y les ha gustado.

Los hay que nunca se atreveran a que, en plena penetración, por ejemplo, su pareja se anime a introducirles un dedo, o dos, por el recto. Por supuesto, todo esto condimentado con una generosa dosis de lubricación, para evitar problemas. Otros muchos, dejarán a un lado sus prejuicios y se pondrán en marha con ello. Y harán bien, porque a la inmensa mayoría de hombres que practican su ropia penetración anal les encanta el resultado obtenido. De hecho, suelen confesar que la intensidad de las sensaciones conseguidas a través de esta técnica son tan extraordinarias que no tienen comparación con las conseguidas de otra manera.

En realdiad, no importa cómo ni por qué se llega a esta practica. No importa si es por curiosidad, por impulso o por ganas de innovar y probar cosas nuevas. Lo importante es llegar a ella, dejar a un lado los prejuiicios, relajarse y disfrutar de un nivel de intensidad que no se puede disfrutar de ninguna otra manera.

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