El rechazo en pareja es , sin lugar a dudas, el principal motivo de todos para acudir a terapia de pareja. Cuando una de las dos partes que forman una pareja, más o menos estable, se siente rechazada los daños pueden resultar importantes. En general, las gnas de sexo o de apetito sexual se acaban por una de las partes. La otra, en cambio, no ve un areducción en su libido y sigue demandando la actividad sexual que, sistemáticamente, se le deniega. Así es, a grandes rasgos, como suele manifestarse el rechazo en pareja.
La parte de rechazada, en realidad, no tienen por qué estar intentando hacer daño de una manera vountaria. Muy al contrario, la falta de deseo sexual se suele vivir como una situación no deseada y, por norma general, el foco de preocupación se trata de cnetrar en uno mismo, descuidando, de esta manera, a la pareja que, por segunda vez se ve desplazada sin llegar a enteder muy bien por qué. En realidad, no suele pasar nada más que el heceho de que el cansancio, las preocupaciones o el estrés acumulada inciden de forma negativa en el deseo sexual. Sin más.
La autoestima de la persona rechazada, por supuesto, baja de una manmera más que considerable cuando el rechazo se produce de una forma sistemática.De esto no cabe la menor duda. Además, cuando estamos ante una situación como la que estamos tratando, el diálogo suele brillar por su ausencia, lo que provoca que la persona que se siente despechada no llegue a entender dónde está el origen que provoca una situación de este tipo. En fin, la pescaidlla que se muerde la cola.
La solución, en la mayoría de los casos, suele pasar por el diálogo, la compresión y la empatía. Cuando, lejos de dejarlo aparcado y adpatarse a la situación, somos capaces de enfrentarnos al problema de cara y con autoridad, casi siempre, entre ambas partes de la pareja, resulta relativamente fácil encontrar una solución. Si, por el contrario, nos negamos a encontrar una vía dialogada, sin duda, las posibilidads de salir ilesos de esto se reducen de una forma más que considerable.