Beber el semen de su pareja es una cosa que a algunas mujeres les gusta y a otras no. Como en casi todo, es cuestión de gustos. A la mayoría de los hombres les resulta tremendamente excitante que su pareja sexual se trague el semen que ha eyaculado. Además, resulta algo frustrante para el varón que, en plena eyaculación, la mujer que estaba haciendo el trabajo oral decida retirar su boca del pene erecto para no recibir en su interior la corrida. Sin embargo, el hecho de beber el semen de tu pareja, aparte de las cuestiones excitantes a las que pueda dar origen, tiene una serie de ventajas que no todos conocemos. Vamos a hacer un pequeño recorrido por ellas.
El primer beneficio que aporta beber el semen de tu pareja es la cantidad de vitaminas que, de esta manera, se ingieren. Una eyaculación cuenta con más de doscientas vitaminas y proteínas. Una de las destacadas es la votaría B12, pero no la única. Además, también se ingiere una buena sosos de potasio y zinc, ambos, excelentes antioxidantes y, por lo tanto, eficaces herramientas contra el envejecimiento.
El semen es un antidepresivo natural. Por lo tanto, beber el semen de tu pareja puede evitarnos caer en un estado depresivo. Pero no sólo por el hecho de practicar sexo sino también por la gran cantidad de componentes que contiene este fluido. Sin duda, para elevar el ánimo no hay nada como un buen traguito de semen. Por otro lado, y gracias a la melanina que contiene, el cuerpo se relaja y, además de todo lo indicado, también ayuda a conciliar el sueño.
Beber el semen de tu pareja después de su eyaculación también ayuda a disminuir la presión sanguínea. Sin duda, uno de los riesgos más importantes de infarto de miocardio viene dado por la presión arterial alta. Una dosis diaria de semen después de cada comida ayuda a disminuir la tensión arterial. Es especialmente eficaz en situaciones de embarazo.
Por otro lado, y por si fuera poco, el semen se puede utilizar de forma muy eficaz en la lucha contra incendios. y que es una sustancia ignífuga que se suele utilizar en la fabricación de extintores. Curioso, ¿no?