El sexo en la playa, en esta época del año, no nos engañemos, es una opción. Ya estamos casi a mediados de julio, el calor aprieta y, con toda seguridad, por la cabes de más de uno ha pasado la posibilidad de tener sexo en la playa. El buen tiempo nos anima más, si cabe, a disfrutar de nuevas experiencias sexuales y la posibilidad de cambiar nuestro medio habitual por el mar suele seducirnos bastante. Otra cosa es lo que pueda suceder despeñes que, como ya sabrán quienes hayan puesto en marcha este tipo de fantasía, no suele ser tan excitante como a priori nos pudiera parecer.
Parece que el hecho de que nos resulte tan atrayente aquello de mantener sexo en la playa tienen una explicación. Nuestra piel, y la de nuestros acompañantes, cuando se enfrente a las alabas temperaturas, a la humedad y el salitre del mar y, sobre todo, a la relajación de las vacaciones, son vuelve mucho más sensible que en otras condiciones. Cuando esto sucede, la capacidad de absorción de pasión por centímetro cuadrado de nuestra piel, no olvidemos que es nuestro órgano más extenso, crece exponencialmente, lo que hace que nuestra libido crezca también ea este ritmo.
Parece lógico pensar que si sumamos agua, sal, paz y sexo, el resultado puede ser algo muy atrayente para la mayoría de las personas. De hecho, son muchas las fantasías confesadas por muchas personas que cuentan con estos elementos com parte fundamental de las mismas. Dejarse llevar por los instintos en una playa semidesierta puede ser algo más que excitante.
El sexo en la playa, en según qué condiciones, puede atraernos de una forma muy potente. Durante el resto del año, probablemente, hayamos amagado con simular esta realidad que ahora se nos pone a nuevo, pero no es lo mismo. La bañera de casa, por mucho que ambientemos con sales y espumas, siempre tienen un tapón para el desagüe que frustra cualquier posibilidad de placer.
Luego, a la hora de la verdad, la arena que se mete por todos los orificios posibles, la sal que araña una cantidad de tejidos que no te podías imaginar que tuvieses y las miradas de los transeúntes suelen hacer que el sexo en la playa no sea algo tan idílico como nos habíamos imaginada, pero eso es otra historia.