La dopamina ha venido a considerarse como la molécula del deseo sexual. Se trata de la sustancia química femenina más destacada. Tiene una estricta relación con el placer sexual y, como no podía ser de otra manera, ocupa un destacado lugar en la activación del deseo sexual en las mujeres. En realidad, la dopamina es una hormona cuya función es la de actuar como neurotransmisor. Se encarga, pues de los asuntos relacionados con el área cognitiva, todo lo relacionado con la motea¡vacilón y el comportamiento, la actividad psicomotriz y otra cuestiones relacionada como pueden ser el aprendizaje, la creatividad e, incluso, el sueño.
Además de todas estas cuestiones, la relación entre la dopamina y el sexo es intensa. Esta hormona es la que se encarga de hacer pensar en el sexo, de reconocer el buen sexo cuando se presenta, de manejar la expectativas que se crean entorno a él y de volver a desearlo. Todo ello a través de complejos mecanismos que activan, entre otras cosas, la excitación sexual femenina. hemos de matizar que cuando hablamos de buen sexo lo hacemos de auge´que nos hace sentir bien. Nada más y nada menos.
En la situaciones en las que una mujer aún no conoce el buen sexo pero tienen fantasías con su realización o, incluso, sus expectativas parecen inminentes también se libera dopamina. En cambio cuando los intentos por obtener un sexo satisfactorio no alcanzan las expectativas, los orgasmos resultan fallidos y, en definitiva, aparece el desencanto con el sexo, la liberación de la dopamina va hacjendose cada vez menor hast, prácticamente, desaparecer por completo.
Si el sexo en una mujer resulta satisfactorio y lo mantiene activo y presente en su vida de forma periódica, los niveles de dopamina se estabilizan y, además, se encargan de retroalimentar la sexualidad consiguiendo, por si esto fuera poco, también una interactuación positiva con el resto de actividades que desarrollemos en nuestra vida. Tanto es así que contribuye a sentirse más alegre, tener un mayor dinamismo y, en definitiva, a sentirse mejor. La domapina, al fin y al cabo, puede que sea, en realidad, el verdadero secreto de la felicidad femenina.