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El calentamiento global y el sexo

El calentamiento global, sin duda, es uno de los principales problemas y retos que afronta la humanidad para los próximos años. Durante mucho tiempo se estuvo negando, de forma sistemática, por las autoridades públicas que, en realidad, se estuviese dando una situación de subida generalizada de las temperaturas a nivel planetario como consecuencia, entre otras cosas, de los hábitos de consumo humanos. Sin embargo, en pleno siglo XXI, la comunidad científica ya ha sido capaz de poner en alerta a las personas que dirigen el planeta. El problema es que, aunque ya sí que se reconoce por la mayoría de estamentos internacionales, las soluciones que se aportan para solucionar el problema del calentamiento global no terminan de llegar. O, al menos, no lo hacen a la velocidad y con la contundencia que un problema de tal magnitud requeriría.

Pero el problema del calentamiento global abarca muchos más ámbitos de los que podamos imaginar. Cuestiones que parecen no estar demasiado relacionadas, también se ven claramente influenciados por este asunto. El sexo es un ejemplo perfecto. A priori nadie creería que la subida de temperaturas pudiese afectar a sexo. Sin embargo, sí que lo hace. Los datos de temperaturas registrados, cuando se comparan con aspectos relacionados con el sexo hacen llegar a conclusiones concluyentes. Por ejemplo, cuando las temperaturas sobrepasan los 27ºC el número de nacimientos cae de forma estad´sitiadamente significativa durante un periodo de, al menos, 10 meses.

De continuar pues las subidas de temperaturas asociadas al calentamiento global al rito que lo está haciendo, expertos científicos calculan que antes del año 2100, el número de días con temperaturas superiores a 27ºC sería, al menos, 64 cuando, por ejemplo, entre 1990 y 2002 hubo sólo 31. La tasa de nacimientos caería, de seguir esta proporción casi un 3%.

El calentamiento global, por lo tanto, afecta al sexo y éste, como no podía ser de otra manera, lo hace a la natalidad. Controlar este proceso de la mejor manera debería ser, por lo tanto, una prioridad absoluta tanto de los estados como de todos los organismos con competencias para actuar de algún modo para conseguir controlarlo al fenómeno y a los efectos que provoca.

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