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El placer de tocar

El placer de tocar es absolutamente único. No hay nada parecido. Ninguna sensación puede llegar a ser tan excitante como ésta. Una gran cantidad de ejercicios de los que recomiendan los terapeutas sexuales, van orientados a fomentar el denominado egoísmo sano. Si aplicamos estas terapias al mundo de las relaciones sexuales, nos encontramos en un escenario en el que cada persona se ocupa de su propia capacidad para sentir placer desde un punto de vista amplio en el que, cada uno, ha de prestar la máxima atención e interés en procurarse el máximo de sensaciones placenteras para, así, transmitirlas luego a su pareja sexual. En este tipo de acción, el placer de tocar ocupa un lugar predominante.

Es cierto que existen personas que se sienten demasiado preocupados en lo que pueda estar pasando por la cabeza de su compañero o compañera sexual. Cuando esto sucede, es inevitable que se llegue a cierto olvido de su propio placer, lo que puede llegar a generar una tensión en la propia persona que puede, incluso llegar a suponer una importante falta de placer en el encuentro sexual. Por supuesto, el extremo contrario, el de olvidarse por completo del compañero o compañera de experiencias e sexuales, resulta igual de negativo. El placer de tocar les el punto intermedio.

Aprender a disfrutar del egoismo sano que supone el placer de tocar es uno de los primeros pasos que hemos de dar para alcanzar, y hacer alcanzar a nuestra pareja, el mayor número de sensaciones positivas vinculadas con el sexo.

Un juego para iniciarnos en este mundo que exhala el placer de tocar por encima de todas las cosas es el que os vamos a proponer hoy desde este espacio. Para realizarlo es preciso disponer de un ambiente muy tranquilo que, por supuesto, podemos decorar y acondicionar a nuestro gusto. Unos preferirán incluir velas aromáticas, otros una música agradable pero, en cualquier caso, es preciso que la temperatura sea la adecuada para que la estancia sea agradable.

Para poner en marcha el juego basta con que uno se tumbo boca abajo durante 15 minutos mientras la otra persona se dispone a acariciar su cuerpo de los pies a la cabeza. Las reglas, aunque existen, son muy sencillas. En primer lugar, debemos acariciar de forma distinta a la que utilizamos normalmente. En segundo lugar, los genitales no se tocan bajo ningún concepto. Por último, al finalizar el tiempo acordado se realiza el intercambio de roles.

 

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