Las mujeres y los hombres tienen en común su gusto por el sexo. Ambos gozan igualmente ante un encuentro sexual o, incluso, ante la expectativa de tenerlo. Sin embargo no resulta nada nuevo decir que lo hacen de diferente manera. Del mismo modo, llegan a las relaciones sexuales de diferente modo y con diferentes motivaciones. Sin duda, unos y otros ven afectada su libido por circunstancias y de maneras bien distintas. Hoy vamos a acercarnos a la forma de entnder el sexo que tienen las mujeres.
Si hay algo que tienen en cuenta unos y otros es la apariencia de la pareja. Sin embargo, la forma de hacerlo es bastante diferente. Los hombre siempre se han considerado más receptivos al estímulo visual, de cualquier manera, las muejres también son capaces de exitarse ante la cara, el cuerpo o los movimientos de los hombres. La atracción sexual de las mujeres ante hombres que presentan caracterísitcas masculinas es muy notable.
El olfato es una de las variables que las mujeres maneja en el terreno sexual con más intensidad que los hombres. La atracción sexual femenina siempre tienen este sentido muy presente. Ya sea de forma consciente o inconsciente, si una mujer no está cómoda con el aroma que desprende su pareja, con toda seguridad, supondrá la cancelación del encuentro sexual. De la misma manera, cuando las feromonas hacen de las suyas, el deseo sexual femenino se excita sobremanera.
La forma de comunicarse de él es algo que una mujer también tiene siempre en cuenta. Las palabras bonitas y amables, casi siempre funcionan para el acercamiento. Sin embargo, cuando se trata de profundizar en el encuentro sexual, no solo las formas son importantes. Si las mujeres detectan que las palabras están vacías de contenido y no son sinceras, el encuentro sexual se puede frustrar antes de tener lugar.
En el encuentro sexual furtivo, especialmente, el sentimiento de venganza suele ser otro de los factores que, recurrentemente, aparece en las motivaciones que las mujeres tienen ante el sexo. En este caso, la venganza sirve, sobre todo, como medida disuasoria ante una agresión de la otra parte y, por otro lado, como represalia ante determinadas conductas sufridas en la propia piel.