El ritmo sexual tiene, como casi todo en este mundo, una serie de técnicas que permiten potenciarlo de alguna manera. Estas técnicas están inspiradas, principalmente, en el tau chi y el chi kung, que no dejan de ser la escuela china del manejo de la energía vital y del movimiento. En la búsqueda que persiguen estas disciplinas está el respeto, la profundización y el estímulo de los ritmos inherentes al cuerpo. La aplicación práctica de estas disciplinas milenarias al ritmo sexual permite que los diferentes movimientos que se suceden en estado de relación permitan controlar el aumento de la vitalidad y, a al vez, se evita la fatiga de los músculos.
Le ritmo sexual que tienen un hombre y una mujer son muy diferentes. Sus tiempos de respuesta sexual ante un estímulo varían significativamente. Para conectar realmente con tu pareja, ambos necesitáis llegar a experiencias que transiten por todos los ritmos posibles. La colección es enorme y va desde aquellos más salvajes hasta ritmos muy, muy suaves y tiernos. Se trata, en realidad, de compatibilidad las sensaciones que provocan tus ritmos con las que provocan la de tu compañero o compañera de juegos sexuales. Ahí, justamente, resido el secreto.
Existe un primer ritmo sexual que es en el que recite el impulso mismo. Este ritmo está directamente relacionado con todo lo que tienen que ver con la atracción de una persona hacia la otra. En él juegan un papel básico la capacidad de seducción que cada persona provoca en su amante. La capacidad de atracción que genera la pareja está en el centro de este ritmo sexual.
El segundo ritmo sexual es aquel que nos traslada hacia el mundo e la excitación. Se trata de algo espontáneo. Su manifestación se produce de una forma muy lenta en la mujer y, por norma general, mucho más rápidamente en el hombre. En realidad depende, casi de forma exclusiva, del juego erótico provocado en el primero de los ritmos. En este punto debemos ser capaces de buscar la motivación suficiente para que las zonas erógenas se activen de una forma personalizada.
El tercer ritmo sexual es el más prosaico de todos. Se trata del rito orgásmico. La energía erótica que coincide entre los participantes en el encuentro carnal, tanto de naturales afectiva como sexual, se acumula de tal manera que rompe de una forma explosiva y completamente placentera. Aquí es donde reside el éxtasis sexual de la sinfonía erótica vivida.