¿Quieres saber si eres un pervertido? En ocasiones nos dejamos llevar por los tópicos a la hora de ornarnos una opinión sobre algo. También sucede cuando opinamos de nosotros mismos o de algunas conductas. Esto se ve especialmente cuando valoramos nuestras preferencias sexuales. En ocasiones, sólo porque no nos parece que sea lo habitual, calificamos una práctica como de perversión cuando, en realidad, simplemente es eso, una práctica sexual más. Vamos a intentar ayudarte a platearte y a responder preguntas para que puedes valorar su, en realidad, eres un pervertido o no.
¿Experimentar cosas nuevas hace de mí un pervertido? Por supuesto que no. La búsqueda constante de sensaciones nuevas no es una perversión, al contrario, es una necesidad inherente al ser humano. además, en esta búsqueda, en ocasiones descubrimos que la excitación lo provoca más la situación novedosa que la propia práctica. Buscar y experimentar es lo más natural del mundo en materia sexual.
¿Pensar en sexo anal me convierte en un pervertido? En absoluto. El sexo anal, como cualquier otra práctica, llevada a cabo con el consentimiento y complicidad de todas las partes no es más que una forma más de disfrutar del sexo. Por supuesto, especialmente con esta practica, nunca se debe presionar a la pareja para ponerla en marcha. Aunque muchas mujeres han sido reticentes a llevarla a cabo, casos siempre están presentes las mismas dos razones, el miedo al dolor y la vergüenza ante un eventual accidente poco higiénico. Cuando se superan esos dos prejuicios, lo normal es que ellas también quieran probar la experiencia.
¿La perversión tienen sus límites en el mismo lugar para todas las presiones? Por supuesto que eso no es así. Lo que caracteriza a un pervertido es extralimitarse en los contextos o con las personas no adecuadas. SI esto no sucede, no podemos hablar de perversión. Es decir, en determinada compañía, una sugerencia sexual puede ser considerada una perversión en toda regla y, sin embargo, la misma propuesta, en otra compañía completamente diferente, puede ser, simplemente, una afición sexual común, totalmente inocua porque prima el respeto y la aceptación mutua. Los límites de la perversión pueden ser muy diferentes para diferentes personas.