¿Sueles hacerte selfies para colarlos en las redes sociales? ¿Sueles hacerte una foto a ti mismo cuando estás en buena compañía o en un sitio chulo o junto a un plato de comida imponente? A estas alturas nadie necesita que le expliquen lo que es un selfie. Desde que la tecnología puso en manos de cada mortal un pequeño artefacto donde caben un teléfono, una cámara de fotos, otra de vídeo, una consola de videojuegos, un GPS y un terminal con conexión a internet, una de las utilidades más comunes y frecuentes es para hacerse selfies. ¿Curioso no?
Pues así es. Un smartphone es una pequeña maravilla que da a cualquiera que lo lleve encima un montón de posibilidades. Pues entre todas ellas, la más elegida por los usuarios es hacerse una foto a sí mismos donde, además del intercepto en cuestión aparezca una compañía agradable, un lugar especial o un plato de comida. Efectivamente los selfies están muy de moda. Sin embargo, tenemos una mala noticia. Según ha concluido un estudio de la Universidad de Wageningen (Holanda) parece que realizar y publicar selfies con frecuencia es una conducta que evidencia el narcisismo de una persona y la relaciona con la baja actividad sexual.
Así pues, el departamento de sociología sexual de una prestigiosa universidad holandesa concluye un estudio afirmando que los que se hacen selfies constantemente son personas con baja actividad sexual y, por lo tanto, con una frustración al respecto que canalizan a través de la imagen que quieren dar de sí mismos publicando sus automotor. Si eres lector de nuestro blog deberías revisar si esta conducta está presente en tu vida.
El doctor Van Gallagher fue el investigador que lideró la investigación que se denominó «La fotografía de las dificultades y la soledad». En las conclusiones del estudio determinó con rotundidad que aquellas personas adictas a publicar selfies, en realidad, escondían, bajo esta apariencia de exhibicionismo público, graves problemas de autoestima e inseguridad. El estudio tomó una muestra de 800 personas. El 83% de las personas estudiadas no tenían una vida sexual activa de ningún tipo. Las conclusiones del estudio, pues, fueron absolutamente lapidarias.