La sexomnia es, a buen seguro, uno de los comportamientos sexuales más extraños de todos. Así llamamos a cualquier actividad sexual que se mantiene durante el sueño y de la que, lógicamente, no somos conscientes. De hecho, en algunos casos, puede llegar a ser una especie de sonambulismo que nos lleva a llevar a cabo cualquier conducta sexual de la que no somos conscientes y que, al despertar, no somos capaces de recordar. Los casos documentados de sexomnia no alcanzan una cifra my preocupante pero sí son suficientes como para que la tengamos en cuenta.
Se estima que en torno a una décima parte de las personas adultas que sufren un trastorno relacionado con el sueño son proclives a sufrir episodios de sexomnia. Puede parecer una cifra más alarmante de lo que en realidad es ya que apenas el 2% de la población sufre problemas del sueño. Lo que hace que el porcentaje de la población total que experimenta este tipo de problema sea muy reducido.
La sexomnia es una disfunción en el sueño que tiene relación con el sueño no REM.Casi en todos los casos es la pareja quien detecta el problema. A menudo, después de experiencias no demasiado agradables. En ocasiones es la masturbación mientras duerme la persona afectada la que da la voz de alarma pero, en otras ocasiones, es la búsqueda violenta de sexo en pleno sueño la que pone en aviso a la pareja de la persona que sufre la enfermedad. En este último caso la pareja se tiene que enfrentar a una escena muy difícil y comprometida.
Tras ser advertidos algunos de estos síntomas, lo común es llevar a cabo una polisomnografía o, como es comúnmente conocida, una prueba del sueño Durante la prueba se registra la actividad cerebral durante el sueño, circunstancia esta que resulta imprescindible para poder diagnosticar, si finalmente procede, la sexomnia.
En la actualidad no conocemos las causas que pueden conducir a una persona a padecer este trastorno. Parece que en los casos documentados de sexomnia hay más varones que mujeres pero tampoco se tiene demasiada información al respecto. Los próximos años, a buen seguro, aportarán estudios que nos den luz sobre este curioso trastorno.