A menudo los hombre creen tener un pene pequeño. El tamaño de su propio pene es algo que preocupa a muchos hombres, aunque no suelan reconocerlo. Muchos de ellos suelen estar acomplejados y creen tener el pene pequeño. Los complejos se apoderan de ellos y se sienten incapaces de satisfacer a su pareja sexual. Por supuesto, esto es un error. En la mayoría de los casos no estamos ante un pene pequeño, sino que está en torno a la media y, por lo tanto, sólo se trata de una apreciación subjetiva.
Pero, aún en el caso de que el caso estuviese algo por debajo de la media, tampoco debería ser un problema para satisfacer sexualmente a una mujer. El tamaño del pene no es en absoluto decisivo en el placer sexual femenino. Sin embargo, es cierto que sí puede ser un problema para poner en práctica algunas posturas, sobre todo porque el pene se puede salir más fácilmente de la vagina. Las siguientes posturas son las mejores para un pene pequeño:
1. La postura del misionero. Esta posición es la más clásica y segura, incluso para un pene pequeño. Permite el contacto piel a piel de todo el cuerpo. La mujer se acuesta sobre su espalda y él se lanza entre sus piernas, ambos tienen las piernas separadas. Si, incluso en esta postura, el pene se sale de la vagina, la mujer puede doblar las rodillas y levantar la pelvis.
2. El loto invertido. La mujer se acuesta sobre su espalda, con las piernas dobladas y se coloca los tobillos mientras eleva la pelvis. Él se coloca entre sus piernas y le introduce su pene, aunque se trate de un pene pequeño. Puede penetrar fácilmente mientras se controla el ritmo. Si tienen suficiente flexibilidad, se puede estimular también el punto G de la mujer.
3. El neófito. La mujer se acuesta boca arriba y eleva la pelvis hacia arriba. Puede ayudar a mantener esta posición deteniendo las caderas. El hombre debe tener la suficiente fuerza en los brazos como para mantenerse en esta posición pero, todavía, puede manejar el ritmo y la profundidad de la penetración.
4. La Rana. En esta postura, la mujer lleva las riendas. El hombre se sienta en la cama y su pareja se sienta encima de él y pone sus pies entre sus piernas, doblando las rodillas como una rana. Esta postura es ideal para estimular el punto G, ya que permite una penetración profunda que se puede conseguir aún con un pene pequeño.
5. Flor abierta. La mujer está acostada sobre la espalda, dobla las piernas y lleva las rodillas hacia ella hasta casi tocar sus hombros. Él se coloca arriba y la penetra. La mujer puede mover su pelvis y presionar con los muslos para apretar la vagina y permitir una penetración más profunda.