Para poder mantener unas excelentes relaciones sexuales, es imprescindible tener una buena lubricación en nuestras partes íntimas. La falta de lubricación puede hacer que el sexo resulte doloroso, sobre todo en algunas prácticas como el sexo anal. Generalmente, el cuerpo genera esta lubricación de forma natural, pero hay ocasiones en las que esto no sucede, sobre todo en las mujeres. En algunos casos, como en el del ano, porque es una zona que no se lubrica por sí misma. En otros casos, en zonas que sí producen lubricación, puede ser debido a la falta de estimulación previa o incluso puede ser por algún problema físico como la menopausia.
En el caso de que vayamos a utilizar un preservativo, es necesario que su lubricación sea adecuada. Normalmente ya suelen venir todos de fábrica con una capa de lubricante, pero, en caso de que no sea así, debemos añadirle uno. Hay que tener en cuenta que si una mujer no está lo suficientemente lubricada, además de las incomodidades o del dolor que le pueda producir, corremos el riesgo de que se nos rompa el condón.
En los últimos tiempos, el uso de estos productos se ha difundido considerablemente y podemos encontrar tres tipos básicos en forma de geles: los de base de agua, los de base de aceite y los de base de silicona. Atrás quedó el uso de saliva, vaselina y cremas hidratantes o cosméticas.
Los más recomendables son los de base de agua. Son más naturales y más fáciles de aplicar y retirar. Los de base de aceite pueden manchar la ropa, hay que limpiarlos con jabón y pueden romper los condones de látex y, en algunos casos, provocar irritaciones, reacciones alérgicas o infecciones. Los de base de silicona tienen un índice de lubricación más elevado y son perfectos para prácticas sexuales con agua, pero también pueden provocar algún tipo de irritación.
Además, los lubricantes ya no son productos exclusivos de sex-shops. Podemos encontrarlos en cualquier farmacia e incluso en centro comerciales.